miércoles, 15 de agosto de 2007











EL REBOZO INDÍGENA MODERNO Y CONTEMPORÁNEO


Durante el siglo XX y lo que va del XXI, los rebozos se elaboran en telar de cintura o indígena, en telar de pedales o español y en telares mecánicos que han desplazado a los anteriores। La elaboración de la punta o rapacejo se hace anudando a mano los hilos de urdimbre que para el efecto se dejaron sin tejer. Existen varios tipos de rapacejo: de Jarana, de Rejilla, de Petatillo, entre muchos otros.


El procedimiento en telar de cintura comienza con la elaboración del hilo de algodón o lana; también puede usarse la seda y la artisela। Dependiendo del caso, se puede teñir con la técnica de ikat , es decir, anudando la madeja antes de la inmersión en colorante para lograr la reserva que caracteriza el jaspeado de los rebozos. Ya teñida la madeja, ésta se pasa al urdidor, del cual se articula un telar de cintura. Una vez en el telar, se comienza a tejer, tarea que dura aproximadamente sesenta días. Los rebozos que se manufacturan en telar de cintura, dependiendo de la combinación de colores, pueden tener por nombre: salomónico , de la sierra , poblano , sandía , de coapastle o cuapaxtle (color ocre oscuro), sutlalpeño , nácar , mexicano , corriente , de farol , columbino o gris de paloma , dorado (listados en franjas negras, blancas y azules), tornasol , jamoncillo (color púrpura pálido), calandrio (ocre), garrapato o coyote (café moteado con blanco), rojo quemado , amarillo oro y muchos más. Los llamados rebozos de bolita , hechos con seda en Santa María del Río, San Luis Potosí, pesan 750 gramos y pueden pasar por un anillo; cuentan con 7,200 hilos en la urdimbre y con mucho mayor número de tramas.


El tejido en telar de pedales tiene sus particularidades: primero se pasa el hilo al urdidor y se marcan con un pincel las partes a amarrar para dejar en blanco; el teñido se hace normalmente con tintes sintéticos como las anilinas। A este tipo de rebozos también les llaman de labor y hay de diferentes dibujos; los nombres más conocidos son: de palomitas , arco negro , arco blanco , labor doble , laborcita y d e luto .


Los telares mecánicos o de poder sirven para elaborar rebozos semi-industriales de artisela y varias fibras sintéticas, en los cuales la única intervención manual es en el anudado o rapacejo.
Hasta la década de 1940 se aplicaron también bordados de hilos y lentejuelas sobre los rebozos en varias partes del país। Actualmente la belleza del rebozo radica en el material con el cual está tejido, en el teñido, en el tejido y en el anudado.

HISTORIA


INTRODUCCIÓN

Como en este dicho popular, el rebozo ha sido homenajeado por la literatura, la música y la pintura, pues saber tejerlo es un arte y saber portarlo es otro. Muchos autores han escrito sobre el rebozo, como Ramón López Velarde, Manuel Payno, Guillermo Prieto y Julio Guerrero.
El rebozo –tela funcional y ornamental, larga y angosta con anudados y flecos en cada extremo-, como muchas de las prendas indígenas de México, se ha adaptado desde la época prehispánica y la Colonia a los cambios culturales, sociales, económicos y políticos que ha tenido nuestro país.
Así, el rebozo ha sido cuna que arrulla, abrigo que cobija, sombra que refresca, vestimenta que corona, elegancia que distingue, tradición que permanece… El rebozo tiene usos tan variados como la imaginación lo permita y es fiel testigo de la historia de México, única pieza textil del arte indígena y popular que es símbolo de identidad nacional।

EL REBOZO COLONIAL

Con la llegada de los españoles se introdujeron la lana y la seda, así como la rueca y el telar de pedales, por lo que las antiguas mantas y ayates sufrieron transformaciones। Las Ordenanzas de la Real Audiencia de toda Nueva España, en 1582 prohibieron a la mujer negra, mulata o mestiza el uso de indumentaria indígena como los lienzos que antecedieron al rebozo. Como consecuencia, las mujeres rediseñaron la prenda haciéndola más larga, más ancha, decorándola con tinte de añil a rayas blancas y azul pálido, y empuntándola, dando origen al rebozo. El rapacejo -término que designa a los complejos anudados de las puntas-comenzó a adaptar hilos de colores para formar dibujos animales y vegetales, como reminiscencia de los brocados de pluma en el arte textil indígena.

Una de las causas de la transformación del rebozo se debió a los misioneros, ya que las mujeres tenían prohibido entrar a las iglesias con la cabeza descubierta। Otra fue la influencia de los mantones y las mantillas españoles que introdujo el Galeón de Manila en el siglo XVII, así como de otras prendas traídas de la India.

La única descripción sobre el uso de una prenda similar a un rebozo o tápalo, la hizo Fray Diego Durán en 1572। Para 1625 Tomás Gage, al hablar del vestido utilizado por negras y mulatas dice: “…se encuentran otras en la calle, que en lugar de mantillas se sirven de una rica faja de seda, de la cual se echan parte al hombro izquierdo y parte sostienen con la mano derecha…”

Hacia el siglo XVIII, los principales centros reboceros ubicados en la Nueva España eran: Chapa de Mota (Estado de México), Acaxochitlán y Altepex (Puebla), Yalalag (Oaxaca) y Santa María del Río (San Luis Potosí)। La variedad de rebozos existentes era enorme, aunque predominaba el rayado con dibujos de ikat y bordados, con cortos rapacejos de picos anudados. Los rebozos de las clases bajas se limitaban a ser de algodón, mientras que los de las altas se combinaron con seda, listas y bordados de oro, plata y otros metales. El barroco enriqueció a las piezas más sobresalientes con complejos bordados paisajísticos y escenas costumbristas. Para 1757, las Ordenanzas de Gremios especificaron cómo debían hacerse los “paños o tiras de rebozo, chapanecos, petatillos y rejadillos”.

El Segundo Conde de Revillagigedo describe al rebozo como la prenda que “llevan sin exceptuar ni aún las monjas, las señoras más principales y ricas, y hasta las más infelices y pobres del bajo pueblo. Usan de ella como mantilla, como manteleta, en el estrado, en el paseo y aún en la casa; se la tercian, se la ponen en la cabeza, se embozan con ella y la atan y anudan alrededor del cuerpo…”

lunes, 13 de agosto de 2007




Coordinadora de Producción en Tela:Camelia Ramos Zamora Camelia quiso buscar una forma de ayudarle a su papá, que a la edad de 60 años se le dificultaba encontrar los trabajos en construcción con los cuales había mantenido su familia. En una larga etapa de desempleo, su papá le comentó que durante su juventud en Tenancingo, lugar famoso por sus bellos rebozos hechos a mano, había trabajado como tejedor con los telares de cintura que antiguamente se usaban. Camelia le consiguió los materiales para construir un telar y se puso a vender los bellos rebozos que empezó a producir, ahora famosos en nuestra región. A la fecha Camelia trabaja con Proyecto El Rincón coordinando la producción de finas mascadas para exportación.

ARTESANIA EN EXTINCION




Una artesanía en peligro de extinción en México. Los rebozos hechos a mano en telar de cintura son hoy en día un tesoro, una artesanía que se ha ido perdiendo conforme se hacen rebozos en forma industrial. Don Isaac es todo un personaje en nuestro pueblo. Posee el conocimiento de la elaboración de un rebozo de todo a todo y se lo ha venido enseñando a su HIJA CAMELIA y ella a su ves transmite su conocimiento a sus hija(os). Desde la selección de finos y delicados hilos de algodón, el teñido y los diseños, encontrarás los mas diversos y originales diseños creación de Don Isaac y sus nietas. No dejes de ir. Verás a don Isaac trabajando y podrás ser testigo de cómo se produce esta típica y práctica prenda de vestir desde hace siglos. Don Isaac es famoso internacionalmente por sus creaciones y ha ganado importantes premios con sus rebozos. Una interesante lista de mujeres famosas y distinguidas luce en el mundo sus creaciones. ¡Visítalo!